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viernes, 26 de noviembre de 2010

Como entender y ayudar a los adolescentes

Artículo publicado por Adriana Isabel Lettieri el 15/10/2009
Los adolescentes de etapas intermedias van resolviendo más fácilmente estos conflictos vinculares y es en los últimos años de este momento de la vida, denominada adolescencia tardía, cuando el joven enfrenta la preocupación por su ubicación en el mundo adulto, la independencia social y económica progresivas y las responsabilidades acerca de lo que hará durante el resto de su vida.

Características generales de la adolescencia:
Habitualmente se caracteriza este período de la vida por la inclinación al idealismo, el humor inestable, los conflictos acerca del lugar que se ocupa en el mundo y al rol a desempeñar, la rebeldía ante pautas fijas, la inquietud interior por la búsqueda de la identidad. Así los adultos y el grupo de pares van definiendo los roles a desempeñar por el adolescente y éste, al asumir tales roles, asume su identidad. Este es el tema central… la identidad… llegar a saber quién es uno mismo, cuáles son sus valores y creencias, qué es lo que se desea realizar y obtener en la vida.
En la etapa temprana de la adolescencia la novedad es el componente erótico que se agrega a las fantasías y aparecen las contradicciones acerca del logro de la individualidad e independencia del adulto y la necesidad de parecerse a sus pares.
Los adolescentes de etapas intermedias van resolviendo más fácilmente estos conflictos vinculares y es en los últimos años de este momento de la vida, denominada adolescencia tardía, cuando el joven enfrenta la preocupación por su ubicación en el mundo adulto, la independencia social y económica progresivas y las responsabilidades acerca de lo que hará durante el resto de su vida.
Cuando se habla de una “cultura adolescente” se está mencionando a aquellas formas que tienen equivalente a ritos de iniciación en otras culturas como pueden ser el tipo de corte de cabellos, el estilo para vestir, la inscripción de tatuajes en la piel, períodos de ayuno o bulimia, etc. Abandonar estas prácticas que caracterizan este intervalo entre la niñez y la madurez sexual con la consiguiente condición social de adulto se hace más difícil cuanto más se complejiza la sociedad. En los últimos tiempos se percibe urgencia por agotar recursos vitales, disfrutar de placeres de la vida antes de que se acentúen crisis sociales o que las obligaciones de la vida adulta las dificulten. Es bueno destacar que es propio de los adultos racionalizar acerca de lo inevitable de ciertas actitudes adolescentes olvidando que son el resultado del modo en que nos vinculamos con ellos y que cuando se generan conflictos entre jóvenes y adultos son producto de una interacción anómala que se retroalimenta en círculo vicioso y que depende de frustraciones recíprocas y de vivencias evocadas por los adultos de su propia adolescencia. El adolescente se mueve alternativamente entre la cultura de los adultos y la de sus pares. Si bien existen adolescentes solitarios, en general, los caracteriza la búsqueda de grupos de pares que tienden a ser grupos homogéneos por los gustos e intereses comunes.

El adolescente y la familia:
A medida que el adolescente va perfilando su identidad independiente debe ir rompiendo lazos basados en la autoridad, el respeto, el trato íntimo, el dinero, el impulso, el impulso posesivo y la cotidianeidad. En esos momentos, de tener un ámbito propio, es posible que se refugie en él, lo que le permitirá autoobservarse, meditar y registrar su crecimiento ensayando posturas, gestos y estilos de vestimenta. En la base de la conflictiva vincular suele estar la ambivalencia o ambigüedad afectiva. Así se suscitan sentimientos encontrados respecto del propio cuerpo y la inseguridad acerca de mantener conductas de niño o abandonarlas. Esta ambivalencia es la lucha que se produce entre los sentimientos amorosos y de hostilidad o resentimiento. Por otra parte el mundo del adulto resulta anhelado por el adolescente pero también temido por lo cual es probable que el adolescente cuestione todo en su búsqueda de valores a alcanzar por él mismo los que, paradójicamente, son en muchos casos coincidentes con los que cuestiona cuando intentan trasmitírselos sus mayores.
En los padres el crecimiento de los hijos adolescentes puede reactivar temores y conflictos no resueltos de la propia adolescencia y, en algunos casos puede producirse un sabotaje de la autonomía de los hijos con carácter afectuoso y bien intencionado pero que no deja de ser conflictivo. El joven no siempre puede asimilar las “lecciones de vida” que sus padres pretenden brindarles porque no conoce todavía lo suficiente del medio externo a la familia como para que adquieran sentido para él y cree que sus padres viven del pasado.
Es bueno destacar que no siempre la ausencia de conflictos visibles es un indicador de que todo marcha bien, ya que puede corresponder a un sometimiento a una educación autoritaria o a una dependencia afectiva exagerada que no permite la maduración. El sacrificio ante el que se encuentran tanto los padres como los hijos es a la renuncia de la dependencia y serán los primeros los que deban ayudar al hijo a separarse de ellos. Aunque a los padres comúnmente los invaden temores, en general, la mayoría de los adolescentes no tienen graves problemas si se deposita en ellos confianza y respeto de sus acciones. Los padres deben aprender a diferenciar si el adolescente exige libertad porque siente que está preparado para asumirla o para probar si lo está, ya que en este caso el hijo puede sentir que lo abandonan si ceden a sus reclamos.
La gratitud del adolescente sobrevendrá cuando el joven alcance la estabilidad y compruebe que los padres lo prepararon para la vida mejor de lo que creían. Un término medio es que los padres fijen un punto en que las decisiones les correspondan a ellos dejando un margen de libertad al adolescente para ensayar cosas y cometer errores.
Respecto a la sexualidad es conveniente que los jóvenes ya estén informados por sus padres antes de la pubertad y que durante la adolescencia se pueda dialogar acerca de ansiedades, temores, dudas y la problemática que generan los enamoramientos.

El adolescente y sus pares:
El adolescente se mueve alternativamente entre la cultura de los adultos y la de sus pares. Si bien existen adolescentes solitarios, en general, los caracteriza la búsqueda de grupos de pares que tienden a ser grupos homogéneos por los gustos e intereses comunes.
En esta etapa tan particular de la vida los jóvenes tratan de estar cada vez menos en su hogar y si lo está lo pasa sumido en sus ocupaciones y para los que estudian la mayoría del tiempo diurno se pasa en la escuela compartiendo con pares no sólo tareas sino distracciones.
El tema fundamental entre los grupos de pares es el de la búsqueda de reconocimiento, prestigio y de identidad en cuanto al grupo en sí. En general son selectivos en la elección de grupos y éstos se conforman por la orientación respecto del futuro, por nivel social, tipos de personalidad o la combinación de estos factores. Los grupos marginados suelen ser conformados por aquellos jóvenes que han sido rechazados por otros grupos.
También los adolescentes tienen gran número de conocidos y de relaciones casuales ya que adquieren la habilidad de relación por intercambio de saludos que los afianzan en el sentimiento de
popularidad con el que gozan. Otros jóvenes prefieren amistades más directas e individualizadas y es común que aún extendiendo el círculo al grupo de pares se mantenga un vínculo de amigo o amiga intima.
Al fin, el adolescente se va volviendo independiente de las normas y valores del grupo de pares hasta alcanzar el mundo adulto pero estos les valen como apoyo en la concreción de su identidad.
En general suele suceder que la educación media intenta suplir el déficit de la educación primaria y esta ha tratado, a su vez, de suplir las falencias familiares.

El adolescente y la escuela:
En el ámbito escolar los adolescentes acceden al mismo logrando la realización de una ceremonia de iniciación en esta etapa de su vida demarcada por el paso de la escolaridad primaria a la secundaria… pero no siempre el trabajo en clase responde a los intereses de los jóvenes quienes necesitan ayuda para planes que sean a la vez imaginativos y realistas.

En general suele suceder que la educación media intenta suplir el déficit de la educación primaria y esta ha tratado, a su vez, de suplir las falencias familiares. A esto se agrega que muchos adolescentes no están preparados vocacionalmente para el estudio que encararon o sus niveles de conflictiva neurótica no les permite asimilar los nuevos conocimientos. En el marco de este sistema educativo si no se les brinda materia de interés o de significación para ellos les generará rebeldía o apatía. Está en el docente la posibilidad de expandir el espacio que brinda la convivencia con los jóvenes para proponer actividades de conjunto que sean creativas, convirtiéndolas en fuentes de información y asesoramiento personal. El joven necesita dirigirse a alguien que lo comprenda y le explique lo que le está sucediendo en términos de crecimiento psicofísico y social. Los docentes pueden colaborar en esta tarea y a la vez orientar para la búsqueda de consultas especializadas en caso de necesidad. Es necesario que el docente no caiga en la actitud de denuncia de desviaciones sociales del adolescente ni intente deplorar la situación de la generación joven por sentirla equivocada debido a sus propios prejuicios, ni a criticar a los padres sin conocimiento real de causa, sino que debería utilizar su rica energía en planificar acciones para ayudar a los alumnos a buscar otras salidas sociales más fructíferas utilizando las ideas y las energías de los alumnos en beneficio de ellos mismos y de la sociedad.
Si docentes y alumnos pueden trabajar juntos para cumplir con un programa de estudios, con los contenidos curriculares, no es imposible que se consulten y respeten mutuamente acerca de otros temas que los haga sentirse contenidos, siendo una prometedora manera de evitar problemas.

Principales problemas de salud de los adolescentes:
Un reciente artículo publicado por expertos de la OMS resume los principales problemas de salud de los adolescentes. Y da pistas para enfrentarlos.

Salud mental
Muchos problemas de salud mental surgen al término de la infancia y principios de la adolescencia. El hecho de potenciar la sociabilidad, la capacidad para resolver problemas y la confianza en uno mismo ayuda a prevenir problemas de salud mental como los trastornos del comportamiento, la ansiedad, la depresión o los trastornos ligados a la comida, junto con otras conductas de riesgo como las ligadas a la vida sexual, el consumo de sustancias o las actitudes violentas. Los profesionales de la salud deben contar con las competencias necesarias para relacionarse con gente joven, detectar con prontitud problemas de salud mental y proponer tratamientos que incluyan asesoramiento, terapia congnitiva conductual y, cuando convenga, medicación psicotrópica.

Consumo de sustancias tóxicas
Además de las leyes que restringen la disponibilidad de sustancias ilícitas, tabaco y alcohol, las intervenciones para reducir la demanda de tales productos generan condiciones más propicias a un desarrollo saludable.
Para que los adolescentes estén menos predispuestos a consumir sustancias es eficaz informarlos de los peligros que ello entraña y capacitarlos para resistir a las presiones de los amigos y manejar el estrés de forma sana.
La malnutrición crónica en los primeros años de vida provoca frecuentes retrasos del crecimiento y afecta a la persona, tanto sanitaria como socialmente, durante toda su vida. Aunque la mejor prevención empieza en la niñez, la adopción de medidas para mejorar el acceso a los alimentos también sería beneficiosa para los adolescentes.

Violencia
Los programas de desarrollo social y preparación para la vida cotidiana dirigidos a niños y adolescentes son importantes para reducir los comportamientos violentos. También resulta eficaz prestar apoyo a padres y profesores para que enseñen a los jóvenes a resolver problemas y sepan imponer la disciplina sin recurrir a la violencia. Cuando de todos modos ésta aparece, las medidas para lograr que los sistemas de salud estén más atentos a la cuestión y que sus profesionales actúen con mayor empatía y competencia pueden ayudar a que los adolescentes que son objeto de violencia (comprendida la sexual) sean atendidos y tratados con eficacia a la par que delicadeza. Un continuo apoyo psicológico y social puede ayudar a esos adolescentes a desactivar los efectos psicológicos que a largo plazo engendra la violencia y reduce la probabilidad de que ellos, a su vez, la perpetúen en el futuro.

Traumatismos y accidentes
Para proteger la salud de los adolescentes es importante encontrar fórmulas para reducir las colisiones en las vías de tránsito y los graves traumatismos que provocan. Entre ellas figuran las siguientes:
* hacer cumplir las limitaciones de velocidad;
* combinar acciones pedagógicas con medidas legislativas para promover el uso del cinturón de seguridad (y el casco) y prevenir la conducción bajo los efectos del alcohol u otras sustancias psicoactivas;
* proponer alternativas a la conducción, incrementando la disponibilidad y seguridad de medios de transporte público baratos.

Las medidas destinadas a generar un entorno más seguro y a enseñar a los niños y adolescentes a evitar caídas, quemaduras y ahogamientos pueden reducir las probabilidades de que se produzcan este tipo de accidentes. Cuando alguien resulta herido, el rápido acceso a una atención traumatológica eficaz puede salvarle la vida.

Nutrición
La malnutrición crónica en los primeros años de vida provoca frecuentes retrasos del crecimiento y afecta a la persona, tanto sanitaria como socialmente, durante toda su vida. Aunque la mejor prevención empieza en la niñez, la adopción de medidas para mejorar el acceso a los alimentos también sería beneficiosa para los adolescentes. La anemia es uno de los principales problemas de origen nutricional que afecta a las chicas.

Prevenir embarazos precoces y mejorar el estado de nutrición de las niñas antes de que queden embarazadas podría reducir la mortalidad materna e infantil y ayudar a romper el círculo vicioso de la malnutrición intergeneracional.
Ello requiere no sólo mejorar el acceso a alimentos nutritivos y a suplementos de micronutrientes, sino también, en muchos sitios, prevenir las infecciones. La adolescencia es un buen momento para adquirir hábitos saludables de alimentación y ejercicio, que pueden contribuir al bienestar físico y psicológico durante ese periodo, y para reducir la probabilidad de que en la edad adulta aparezcan enfermedades crónicas relacionadas con la nutrición. Promover modos de vida sanos también es fundamental para atajar la rápida progresión de la epidemia de obesidad.

Salud sexual y reproductiva
Los programas para impartir a los adolescentes educación sobre salud sexual y reproductiva deben ir combinados con otros programas que los inciten a aplicar lo aprendido en su vida cotidiana, y también con medidas para que accedan fácilmente a cualquier servicio de salud preventiva o curativa que necesiten y sean atendidos por personal sanitario competente y comprensivo.
Para combatir la coacción sexual en la adolescencia hay que actuar a varios niveles. Conviene promulgar y aplicar enérgicamente leyes que castiguen con dureza estos delitos y movilizar a la opinión pública para que ejerza una intransigencia feroz ante semejantes actos. Conviene asimismo proteger a las niñas y mujeres del acoso y la coacción sexuales en establecimientos educativos, lugares de trabajo y otros escenarios de la vida en comunidad.

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