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lunes, 13 de septiembre de 2010

COMO MANEJAR LAS DISCUSIONES CONYUGALES I

Susy: "Tomy y yo discutimos por todo. Tuvimos un fuerte disgusto por causa de la ventana de la recámara".
Tomy: "Ella la abre, yo la cierro, y ella la abre de nuevo. Las corrientes de aire, me empeoran el asma".
Susy: "Se mima como un bebé".

En la consulta se les preguntó a ambos porque uno prefería tener la ventana abierta y el otro no.

Tomy: "Porque es una fanática del aire fresco".
Susy: "Porque no soporto el ambiente viciado".

Muchos cónyuges son tan rígidos en sus apreciaciones que sólo consideran razonables sus puntos de vista. Creen tener siempre la razón y rechazan las ideas u opiniones de su consorte. Resultado: discusiones donde cada cual trata de imponerse y mantener el poder. Ganará el que hable más alto o cuando se le acaben los argumentos a uno de ellos, pero, lo cierto es que el verdadero problema seguirá acompañándolos.

Luego del asesoramiento, Susy y Tomy convinieron en dejar abierta la ventana del baño, el cual está comunicado directamente con la recámara. De esa manera, ella tendría aire fresco, y a él no le molestaría la corriente, una solución tan sencilla que no se les había ocurrido debido a que no se enfocaron en hallar una solución al problema sino en defenderse de la recriminación del otro, satisfaciendo así su egoísmo.

Lo que podemos aprender de este ejemplo es que, cualquier altercado leve o grave, es no considerar de entrada, que el otro está equivocado, o que es egoísta o testarudo; lo que se debe hacer es:

1)Definir lo que cada cual desea;
2)Determinar en qué se diferencian esos deseos;
3)Proponer una variedad de posibles soluciones, y
4)Escoger la más satisfactoria para ambos.

Existen dos clases de disputas matrimoniales. A la primera corresponden los casos en que no hay verdaderas discrepancias, pero los cónyuges no saben expresarse ni escuchan, de manera que el mensaje emitido por cada uno choca con interferencias y distorsiones.

Volvamos al ejemplo de Susy y Tomy:

Susy (Susy advierte que Tomy está cansado): "¿Quieres que vayamos a visitar a los Rodriguez?...
Tomy: "Bueno"...
Susy: "¿De veras quieres ir?"...
Tomy (un tanto molesto): "Ya te dije que sí"...
Susy (resentida): "Bueno, si no quieres ir, quedémonos en casa”...
Tomy: "¿Eres sorda? Ya te dije que si, es que ¿quieres molestarme?"...
Susy (indignada): "Yo sólo me preocupo por lo que deseas hacer y tú te molestas y encima me insultas”...

Lo que en realidad Susy trataba era inducir a Tomy a explayarse, él a menudo no captaba esas intenciones, por lo que entonces, ella cambiaba de tema o simplemente se mostraba ofendida. Tomy, por su parte, se sentía tan incómodo por su forma de hablarle que se sentía interrogado y esto daba pie a responderle secamente con un sí o con un no.

Al margen de que se esté ocultando un tema de fondo que sería necesario analizar más detenidamente, lo recomendable es que Susy evite el conflicto valiéndose de preguntas abiertas:

Susy: "¿Qué te gustaría hacer esta noche?"...
Tomy: “No sé"...
Susy: "¿Te gustaría salir, o prefieres quedarte en casa?"... (pregunta de opción múltiple)
Tomy: “Mejor salimos”...
Susy: ¿Visitamos a los Rodriguez o nos vamos a pasear a Larcomar?"... Así, su intención de complacer a Tomy habría quedado más clara, en vez de caer en un tipo de diálogo manipulatorio.

Como se observa, es la forma de comunicación empleada la que puede hacer grandes diferencias en favor de la estabilidad y armonía conyugal. Este es un arte que recomendamos que usted aprenda y lo utilice en bien de los suyos.

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