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sábado, 11 de junio de 2011

ESTUDIOS ACERCA DE LA PERSONALIDAD

Se sabe que la autoestima constituye una de las bases del desarrollo de una personalidad sana y este es y será siempre un tema de revisión obligada para todos aquellos estudiosos de la condición humana cuyo notorio desequilibrio nos lleva a la búsqueda de solucionar los conflictos que la causan.

Sean estas breves páginas un aporte más a esa búsqueda que debe importar no sólo a la comunidad científica sino también a todos aquellos que, asumiendo su responsabilidad y el papel que nos toca desempeñar en nuestra sociedad debemos conocer y emplear para reducir los alarmantes índices de deterioro que estamos viviendo.


LA COMPARACIÓN

La comparación debe ser considerada algo muy natural. La comparación nos permite elegir de entre un grupo aquello que nos muestre más ventajas, nos guste o nos beneficie de algún modo. Pero, si esa comparación conlleva cierto tipo de discriminación o afecta nuestra autoestima debemos revisar los modelos internos que poseemos.

Existen modelos internos y modelos externos que buscamos imitar. Estos modelos están relacionados con dos tipos de YOES al decir de Freud. Estos son el YO IDEAL y el YO DEBIDO.

El YO IDEAL es la persona que desearíamos ser.

El YO DEBIDO es la persona que creemos que deberíamos ser.

El primero nos permite alcanzar nuestras metas y aspiraciones cuando nos esforzamos en convertirnos en la persona que aspiramos y queremos llegar a ser.

El segundo nos ayuda a cumplir con nuestros deberes y obligaciones para con nosotros y para con la sociedad.

Todo conflicto es inherente al ser humano y este surge cuando las discrepancias entre lo que somos y lo que creemos que deberíamos ser se hace evidente. En muchos casos estas discrepancias afectan grandemente nuestro estado emocional y es la causa de la baja autoestima. Este desajuste entre el YO REAL y el YO DEBIDO puede causarnos ansiedad, vergüenza, depresión o un grave sentimiento de culpa, y este es el tema que trataremos un poco más adelante.

Freud introdujo tres estructuras básicas en la anatomía de la personalidad: EL ELLO, EL YO Y EL SUPERYÓ. El ELLO constituye la estructura egoísta de la personalidad que proporciona energía al yo y al superyó. El ello es el receptáculo de los instintos que se manifiestan a través de la energía psíquica de la libido y que se corresponde con la noción inicial que Freud tenía del inconsciente aunque el yo y el superyó tienen también aspectos inconscientes. El ello se relaciona directamente con la satisfacción de las necesidades corporales que, ante un estado de tensión, se activa para evitar el dolor o para aumentar el placer. El YO está siempre pendiente del ello. El yo es su fiel servidor debido a que de él obtiene su poder y energía. Pero también el yo opera de acuerdo al principio de realidad que se opone al principio del placer por lo que Freud comparaba esta relación (del yo con el ello) con un jinete sobre su caballo. El jinete debe guiar, supervisar y/o restringir la fuerza natura del animal de manera de no perder el control, o que este no se desboque y corra tirándolo al suelo. El SUPERYÓ constituye el lado moral de la personalidad la cual se construye sobre la base de las reglas de conducta que fueron establecidas en nosotros por nuestros padres y que con el tiempo, uno se auto impone conscientemente. Ante las exigencias y presiones del ello en su búsqueda de placer, el yo intenta manejarla debido a que el superyó le exige mesura y moralidad por encima de todo. Es por este motivo que el yo se encuentra atrapado en el medio presionado por dichas fuerzas al cual debemos sumarle el de la realidad. El resultado de tantas fricciones ocasiona el desarrollo de la ansiedad.


COMO DEFENDERNOS DE LA ANSIEDAD



SENTIMIENTO DE CULPA

De acuerdo a W. Dyer, en su libro "Tus zonas erróneas", el sentimiento de culpa es una emoción inútil puesto que nos relaciona directamente con el pasado, que ya pasó, y que no podemos cambiar. Por consiguiente, se gasta una gran cantidad de energía y tiempo al enfocarnos en algo que, si bien es cierto, tenemos en cuenta, no significa que tengamos que sacrificar nuestro presente ni permitirnos el maltrato emocional que nos infligimos al evocar una y otra vez aquello que, para nosotros, constituye un error o un problema que no supimos resolver en su oportunidad.

El arrepentimiento debería ser más que suficiente y actuar con el propósito de enmendar aquello que se cometió erróneamente. De continuar con tal actitud, sólo conseguiríamos "dejar de sembrar para cosechar en el futuro" y causarnos angustia.

Es comprensible que nos dejemos llevar por los mensajes internos que hemos desarrollado a lo largo de nuestra vida y que sólo nos ahogan en un mar de lamentaciones si no hacemos algo al respecto.


COMO DEBEMOS MANEJAR ESTE SENTIMIENTO

Para empezar, es necesario que reflexionemos y que caigamos en la cuenta que tanto el pasado como el futuro es algo sobre lo que no tenemos control. No podemos presagiar lo que sucederá exactamente en el futuro, pero si podemos presagiar lo que nos sucederá si seguimos aferrados a la culpa por lo acontecido en el pasado.

Asegúrate de no hacer caso de los mensajes que te han "insertado en tu disco duro" desde que tenías uso de razón, así como no debes hacer caso de los recordatorios que la gente te dará: lo malvado que fuiste, la insensatez con la que actuaste, la tontería que dijiste, la oportunidad que dejaste pasar, etc., etc.

Lo cierto es que si respondes de manera poco constructiva como sentirte mal o pensar mal, actuaras mal. Pregúntate: ¿Existe alguien en este mundo que no haya cometido error alguno?... Reflexiona y toma la decisión de ¡NO DARLE MÁS IMPORTANCIA AL ASUNTO QUE LA QUE ELLA MERECE!... Por tu salud mental, este es un consejo que te pedimos consideres en tu reflexión.

El hecho es que no tienes que demostrar culpabilidad cada vez que cometas algún error y no conmoverte por algo que hayas hecho no significa que seas insensible. Piensa, cada vez que traes a tu momento presente un hecho desagradable, estarás alimentando una emoción inútil y estarás desgastando tu energía, energía que muy bien podrías utilizar para propósitos más constructivos.

La culpabilidad es la que más desgasta nuestra energía emocional y afecta grandemente nuestra autoestima...


LA AUTOESTIMA


LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD SEGÚN FREUD

De acuerdo con el psicoanálisis, el origen de los conflictos internos que impiden el desarrollo de una personalidad sana la encontraremos en los instintos, fuerza de pulsión o impulso que son una forma de energía fisiológica que determinan la dirección de la conducta conectando las necesidades del cuerpo con los deseos de la mente.

Existen los llamados instintos primarios que exigen una satisfacción inmediata. Ante estos surgen las normas morales y sociales que los frenan, les impiden avanzar en la consecución de sus deseos.

Estos instintos, debido a la gran carga vital que los impulsan chocan con la gran barrera de la censura desviándose hacia el inconsciente, introduciéndose y generando angustia u otros trastornos psicosomáticos.

La psique humana, ante esta gran carga acumulada, busca aliviarse de algún modo, librándose una gran batalla cuyas consecuencias las conocemos muy bien.

La energía vital busca liberarse aflorando a la superficie, hacia la conciencia, cada vez que puede, para aliviarse de carga tan pesada a través de lamentaciones, sentimientos de culpa o actitudes malsanas en el peor de los casos.

Pero cuando el individuo ha educado sus reacciones y es consciente de lo que le acontece, su accionar resulta saludable para él y para los que lo rodean.

Freud, en su libro "El Malestar de la Cultura" atribuye a la sociedad el papel opresor al que nos hemos referido, y lo reafirma en "El porvenir de una ilusión", donde los impulsos vitales del individuo son reprimidos creándose así, una cultura reprimida que busca la satisfacción de sus instintos de manera muchas veces violenta.

Sigmund Freud nacido en Freiberg, Moravia, el 6 de mayo de 1856, es considerado el padre del psicoanálisis. Estudió medicina en la ciudad de Viena con el propósito de hacer una carrera en la investigación científica. Experimentó con la cocaína en una época donde no era una droga ilegal y no se sabía que podía tener un efecto adictivo en quienes lo usaren. En 1884 publicó un artículo acerca de sus efectos benéficos pero fue duramente criticado puesto que su uso se extendió de manera incontrolada achacándole responsabilidad por ello. Su compromiso con Martha Bernays le permitió realizar sus prácticas como neurólogo clínico en 1881 explorando la personalidad de quienes sufrían perturbaciones emocionales. Estudió con el psiquiatra Jean Martin Charcot, pionero en el uso de la hipnosis quien le alertó sobre la posible base sexual de la neurosis. Resulta paradójico que Freud, quien insistió en la importancia del sexo en la vida emocional, experimentara conflictos llegando incluso a culpar a su esposa por el término de su vida sexual. Respecto a la personalidad, Freud la dividió en tres niveles: consciente, preconsciente e inconsciente. Freud consideró al aspecto consciente como la punta de un iceberg, por lo mismo que sólo se tiene consciencia de una pequeña parte de nuestros pensamientos, sensaciones y recuerdos. Freud le daba más importancia al inconsciente, siguendo con el ejemplo del iceberg, la parte más grande y oculta bajo el agua, símbolo de las emociones; hogar de los instintos, deseos y anhelos que en cierto modo dirigen e impulsa nuestra conducta debido a la gran fuerza desarrollada debido a la represión. Entre estos dos niveles se encuentra el preconciente, el almacen de nuestros recuerdos, percepciones y pensamientos pero que pueden acudir fácilmente a la conciencia.


LA PERSONALIDAD NEURÓTICA SEGÚN HORNEY

Karen Danielsen Horney nació en una ciudad cercana a Hamburgo, Alemania. Fue discípula de Freud con quien coincidió respecto a la importancia de los primeros años de la niñez en el desarrollo de la personalidad, pero poco tiempo después la abandonó por discrepancias respecto a la imagen psicológica que Freud presentaba acerca de las mujeres. Horney afirmaba que la personalidad no puede depender sólo de las fuerzas biológicas porque de ser así, no existirían mayores diferencias entre culturas, por lo que le concedió más importancia a las relaciones sociales como factores significativos en la formación de la personalidad. Horney pensaba que el niño tenía una gran necesidad de seguridad y esta se la proporcionaban los padres y si estos se mostraban castigadores, el niño podía resistir el castigo y reprimir su hostilidad debido a l temor: "entre más se atemorice un niño, más reprimirá su hostilidad". El amor y la culpa son otras de las razones para que los niños repriman su hostilidad. Esta hostilidad reprimida va minando la necesidad infantil de seguridad y desarrollando lo que Horney llamó ansiedad básica. La ansiedad básica es el cimiento de las neurosis posteriores ligada inseparablemente a los sentimientos de hostilidad. Los mecanismos de protección que el niño emplea son: asegurarse el amor de los padres siendo afectuosos, siendo sumisos, obteniendo poder o retrayéndose.


EL EXCESO DE LIBERTAD SEGÚN FROMM

Para Erich Fromm el problema está relacionado con el exceso de libertad. Quiere decir que el hombre está acostumbrado a manejarse dentro de un grupo que le permite su supervivencia y regula su vida por medio de normas que dicho grupo le impone a cambio de seguridad emocional. Es por ello que cuando intenta, si es que lo hace, salirse de los parámetros conocidos, experimenta miedo. Tiene miedo hasta de encontrar la respuesta del significado de la vida.

El Dr. Paul Hauck escribió un libro sobre "Como ser el mejor amigo de uno mismo". En él menciona el hecho que muchas personas se abandonan por miedo a la vida, en otros casos, actúan con tal pasividad que necesitan que todo el mundo le apruebe sus acciones y le brinden amor, por lo que acaba sintiéndose una víctima de todos los que le rodean.

Por lo contrario, el psicólogo neoyorkino Albert Ellis señala que son los propios individuos quienes crean sus propias dificultades al desarrollar ideas irracionales con lo que se convierten a sí mismos en sus peores enemigos. No se juzga con objetividad. Por lo general, se catalogan de poca valía y si a ello se suma alguna actitud externa de rechazo, aumenta su certeza de inutilidad. Ensalza a los demás pero es injusto consigo mismo. Este comportamiento le origina tal amargura que desemboca, tarde o temprano, en una depresión o una neurosis.

George Weimberg en su libro "Su verdadero yo" menciona que cada vez que el individuo actúa, fortalece la idea primigenia que le impulso a actuar. Si un individuo presume de su condición económica elevada, puede resultar insufrible para lo demás, pero el más afectado con esa conducta él mismo: "no soy nadie sin dinero".

El psiquiatra granadino Enrique Rojas, autor del libro "El amor inteligente", define a la personalidad como "aquel conjunto de elementos físicos, psicológicos, culturales y espirituales que tienen su particular manera de ser". Precisamente, muchos de estos elementos se alimentan de las experiencias que reciben a lo largo de su vida.